Comienza el año lectivo
2020 y muchos estudiantes entusiastas por ver de nuevo a sus amistades de aula,
jugar en los recreos, bromas, dulces y coqueteos, padres ansiosos por volver a
tener un respiro en casa sin la algarabía de sus retoños y educadores armados
para nuevos retos. Aun olían a nuevo los útiles escolares, algunos comprados
con mucho sacrificio, historias de vacaciones sin contar, cuando el país y el
mundo se detuvieron.
Volvieron padres,
estudiantes y maestros a sus casas llenos de incertidumbre y agobio que fueron
creciendo y asfixiando la faena educativa, ahora en casa, entre tareas, planeamientos y algunos padres
ahora maestros, desempolvando los recuerdos de 2 + 2.
Una nueva normalidad se
nos fue impuesta sin tiempo, asimilando el cambio y acomodándonos a nuevos
hábitos tan de prisa como sea posible, conforme avanzamos haciendo las
actividades rutinarias que demanda una sociedad.
Según Piaget, la
psicología se basa en la evolución del conocimiento de la persona sobre el
entorno y desarrolla su pensamiento por medio de la adaptación y la
organización. En su teoría del
aprendizaje expone que los niños aprenden
a aplicar hábitos preexistentes a nuevas situaciones, modificando a su
vez su comportamiento para acoger nuevas experiencias del medio ambiente.
Tanto padres como
maestras/os se han visto en los últimos meses forzados a trabajar bajo presión en
una creatividad de la enseñanza virtual por un objetivo en común, la educación
de sus hijos y estudiantes.
Cantidades industriales
de trabajo cotidiano para la población estudiantil, extensas jornadas laborales
para educadoras/es, padres obsoletos en materia académica, han causado un
agotamiento conjunto y ya nadie disfruta del año lectivo, de la enseñanza ni el
aprendizaje.
María Montessori en su
libro El Método Montessori refleja su interés por ayudar a los niños en su
desarrollo físico y social interviniendo de manera integral en su independencia
con límites, aprendiendo por descubrimiento con materiales específicos.
Contamos con muchos
profesionales, entre psicólogos, pedagogos, doctores y hasta filósofos que
dejaron su huella en la historia con teorías sobre el aprendizaje, sin temor a
equivocarme, la mayoría de teorías son integrales, tomando en cuenta las
emociones, lo físico y espiritual de las personas en su proceso de aprendizaje
y conducta.
Pareciera que tanto
padres como educadores han perdido el norte de la enseñanza, dando origen a
estudiantes productores de notas, números estadísticos de éxito o deserción
estudiantil y no del significado de aprender. Ya no hay aprendizaje lúdico ni
creativo, ya no hay emociones que motiven estudiar un nuevo tema escolar,
tenemos un mar de niños exclamando al unísono, Qué pereza! , tengo que hacer un ensayo, tengo que estudiar,
tengo mil tareas.
La neurología propone
una plasticidad mental, fundamental para la adaptación al medio ambiente
inclusive cuando hay lesiones físicas. La
importancia de tomar en cuenta los efectos de los neurotransmisores en el
sistema nervioso central, puede brindar una luz a profesionales en psicología y
pedagogía para intervenir mediante una estimulación de forma integral en una
nueva educación que no tiene fronteras pero que carece de esencia, una
educación sin dopamina, norepinefrina ni endorfinas, sustancias que llevan
atención, motivación y aprendizaje de manera innata al desarrollo humano.
Retomemos las teorías
de los padres de la neuropsicopedagogía, adecuémoslas al tiempo actual,
eduquemos con amor, entre los procesos mentales de la psicología y las
instrucciones de la pedagogía ayudando
cualitativa y cuantitativamente la vida de nuestros hijos y estudiantes.
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